Hoyos by Louis Sachar

Hoyos by Louis Sachar

autor:Louis Sachar [Sachar, Louis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1997-12-31T16:00:00+00:00


28

VEINTE años más tarde, Kate Barlow regresó a Lago Verde. Allí no la encontraría nadie: un pueblo fantasma en un lago fantasma.

Todos los melocotoneros habían muerto, pero un par de robles pequeños todavía se sostenían en pie junto a una vieja cabaña abandonada que había estado en la orilla este del lago. Ahora la orilla estaba a unos ocho kilómetros, y el lago era poco más que una charca de agua sucia.

Vivía en la cabaña. A veces oía la voz de Sam resonando en el silencio. «¡Cebollas! ¡Cebollas dulces y frescas!».

Sabía que estaba loca. Sabía que se había vuelto loca hacía veinte años.

«¡Ay, Sam!», decía, hablándole al silencio. «Sé que hace calor, pero tengo tanto frío. Mis manos están frías. Mis pies están fríos. Mi cara está fría. Mi corazón está frío».

Y a veces le oía contestar: «Eso lo arreglo yo», y sentía el calor de su brazo sobre los hombros.

Llevaba unos tres meses viviendo en la cabaña cuando una mañana se despertó sobresaltada. Alguien había abierto la puerta de una patada. Al abrir los ojos se encontró con la borrosa boca de un rifle a cinco centímetros de su cara.

Y le llegó el olor de los pies sucios de Trucha Walker.

—Tienes exactamente diez segundos para decirme dónde has escondido tu botín —dijo Trucha—. O te vuelo la cabeza.

Ella bostezó.

Había una mujer pelirroja con Trucha. Kate la vio poniendo la cabaña patas arriba, vaciando los cajones y tirando al suelo las cosas de las estanterías y los armarios. La mujer se acercó.

—¿Dónde está? —le espetó.

—¿Linda Miller? —preguntó Kate—. ¿Eres tú?

—Ahora es Linda Walker —dijo Trucha.

—Oh, Linda, lo siento mucho —dijo Kate.

Trucha le hundió el rifle en el cuello.

—¿Dónde está el botín?

—No hay ningún botín —dijo Kate.

—¡No me vengas con esas! —exclamó Linda—. Estamos desesperados.

—Te casaste con él por el dinero, ¿verdad? —le preguntó Kate.

Linda asintió y dijo:

—Pero ya no queda nada. Se secó con el lago. Los melocotoneros. El ganado. Yo pensaba: tiene que llover pronto. La sequía no puede durar siempre. Pero cada vez hacía más calor, y más calor… —Clavó los ojos en la pala, que estaba apoyada contra la chimenea—. ¡Lo ha enterrado! —declaró.

—No sé de qué estás hablando —dijo Kate.

De repente estalló la detonación del rifle justo encima de su cabeza. La ventana quedó destrozada.

—¿Dónde lo has enterrado? —preguntó Trucha.

—Venga, mátame, Trucha —dijo Kate—. Pero espero que te guste cavar. Porque vas a pasarte mucho tiempo cavando. Ahí fuera hay un desierto enorme. Tú, y tus hijos, y los hijos de tus hijos podéis cavar durante los próximos cien años y no lo encontraréis jamás.

Linda agarró a Kate por los cabellos y dio un tirón hacia atrás.

—No, no vamos a matarte —dijo—. Pero cuando hayamos acabado contigo, vas a desear estar muerta.

—Llevo veinte años deseando estar muerta —dijo Kate.

La sacaron a rastras de la cama y la empujaron fuera. Llevaba un pijama de seda azul. Sus botas blancas adornadas con turquesas se quedaron junto a la cama.

La ataron por los tobillos con una cuerda, lo bastante suelta para caminar, pero no para correr.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.